Subí al auto, preguntó si sabía lo que tenía que abonarle y como me llamaba.
Y habló.
Como solo puede hacerlo un porteño.
El porteño más porteño en mis cuatro viajes a la argentina.
50 años, alto, bien plantado, traje gris, guapo, elegante, coche negro….
Habla y habla…como habla ¡Dios!
Me llama Carlitos.
No Gallego .... Carlitos.
Salimos hacia el aeropuerto y me siento Gardel.
Carlitos….
El día anterior lo saludé en su estatua de Abastos.
Atravesamos la ciudad, siempre Carlitos.
Me describe los barrios y sus gentes.
Esto es italiano, esto gallego, lo ves Carlitos.
Y sin dejar de hablar, llegamos al aeropuerto.
Fué el último día.
Él último; el mejor recuerdo.
Guapo, elegante, bien plantado.
¡ Solo falta el tango! querido porteño.
ROSARIO
Lo prometido es deuda y en Rosario, en el taller de Alfredo Mateos, intenté enseñar a dorar y a gofrar.
Una piel chagren regaló de Argenta, dos librillos de oro de doble capa, paletas y algún hierro.
8 horas y entre medias el almuerzo.


Es lo que pedí y lo cumplieron.

Y al terminar la clase -agradecido- sorteé entre ellos los pocos hierros y materiales que me quedaban.
3 paletas, un florón, la piel de Argenta y dos librillos.
No podian desear mejor destino.


Fueron 4; 4 veces, 4.
Volveré a la Argentina, regresaré a Buenos Aires.
¡Gracias!

Carlos Rey
2015 Aquiseencuaderna.com